
Entre estos dos polos, existe un núcleo denso, simbólico y profundamente humano: el Viernes Santo, día de la crucifixión y la muerte de Jesús de Nazaret.
Una historia de traición, fe y redención
La historia que se conmemora en Semana Santa tiene más de 2000 años. Jesús, un predicador judío que proclamaba el amor al prójimo, el perdón y una nueva forma de relación con Dios, fue arrestado por el Sanedrín (autoridad religiosa judía) bajo cargos de blasfemia y entregado a los romanos. El gobernador Poncio Pilato, presionado por el pueblo, lo condenó a morir crucificado, una pena reservada para rebeldes políticos y esclavos.
Viernes Santo: el día del silencio, la injusticia y el amor sin medida
El Viernes Santo es, sin duda, el día más dramático y conmovedor del calendario cristiano. Se conmemoran las últimas horas de vida de Jesús, su juicio, su condena, su camino al Calvario, su crucifixión y su muerte. No es simplemente una rememoración, sino una revivencia simbólica: los fieles vuelven a pasar por el dolor de la pérdida para valorar el sentido de la redención.
Los hechos, paso a paso
Juicio ante Pilato: Tras ser arrestado en Getsemaní, Jesús es llevado ante Poncio Pilato. Lo acusan de proclamarse "Rey de los Judíos". Pilato, sin hallar culpa, cede ante la presión del pueblo.
La flagelación y la burla: Jesús es azotado, coronado con espinas y vestido con una capa púrpura en señal de burla.
El camino al Calvario: Cargando su cruz, recorre Jerusalén hasta el monte Gólgota. En el camino, Simón de Cirene lo ayuda, y Verónica limpia su rostro.
La crucifixión: Jesús es clavado en la cruz entre dos ladrones. Uno de ellos le pide que lo recuerde en su reino: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, le responde Jesús.
Las últimas palabras: Pronuncia frases memorables como “Padre, perdónalos”, “Tengo sed”, “¿Por qué me has abandonado?” y “En tus manos encomiendo mi espíritu”.
La muerte y el sepulcro: A las tres de la tarde, muere. El cielo se oscurece, la tierra tiembla. José de Arimatea lo sepulta en una tumba nueva.
Ese día no hay misa. El altar se desnuda. No suenan campanas. La Iglesia guarda silencio. La muerte ha sucedido. La esperanza, sin embargo, queda suspendida como un hilo invisible.
¿Por qué no se come carne?
La tradición de no consumir carne roja el Viernes Santo tiene un fuerte simbolismo. La carne, asociada a la sangre y al festín, se reemplaza por el pescado: alimento de los pobres, símbolo de pureza y antiguo emblema cristiano. En los primeros siglos del cristianismo, el símbolo del pez (Ichthys) se usaba como contraseña secreta entre creyentes perseguidos. Hoy, ese mismo pez reaparece en las mesas y las recetas de Semana Santa como una huella de historia y fe.
Jueves Santo: la noche en que todo se detiene
La noche anterior, el Jueves Santo, se recuerda la Última Cena, la institución de la Eucaristía y el lavatorio de los pies. Pero tras la cena, Jesús se retira a orar y es arrestado. En muchos templos, el Santísimo Sacramento se retira del altar, simbolizando la soledad de Cristo. Las iglesias se clausuran. La comunidad creyente queda "sin Jesús", aguardando en vigilia, en duelo. Es una noche de recogimiento, silencio y espera.
Del dolor a la gloria
Y luego llega el Domingo de Resurrección o de Gloria. Es el momento más alto del calendario cristiano. La muerte no fue el final. La resurrección de Cristo es el corazón de la fe católica: la victoria sobre la muerte, el pecado y la desesperanza. Las iglesias se llenan de flores y luces, suenan campanas, se canta el Gloria y el Aleluya, se estrenan vestiduras blancas. Todo revive.
Una celebración que mutó con el tiempo
Los primeros cristianos celebraban la Pascua de forma íntima. En la Edad Media, se incorporaron dramatizaciones del Vía Crucis, procesiones, imágenes y penitencias públicas. En América Latina, esas formas se volvieron parte del alma popular: en Sevilla las calles se llenan de pasos barrocos; en Filipinas, algunos devotos llegan incluso a recrear la crucifixión de manera literal.
Hoy, en muchas regiones, la Semana Santa combina fe con turismo, espiritualidad con descanso, devoción con cultura. Pero el fondo sigue intacto: la búsqueda de sentido frente al sufrimiento y la posibilidad de renacer.
¿Y otras religiones?
Judaísmo: La Pascua (Pésaj) celebra la salida de Egipto. Fue en una cena pascual judía que Jesús instituyó la Eucaristía.
Islam: Jesús (Isa) es considerado un profeta. El Corán dice que no murió en la cruz sino que fue elevado por Dios.
Religiones orientales: Aunque no celebran la Pascua, muchas tradiciones contemplan la idea de renacimiento espiritual, muerte simbólica del ego y transformación.
Un puente entre el pasado y el presente
La Semana Santa no es solo memoria: es espejo. El Viernes Santo nos muestra el dolor del mundo, la injusticia, el abandono. El Domingo de Gloria, en cambio, nos habla de luz, de renovación, de amor que vence a la muerte. Por eso, año tras año, creyentes o no, la humanidad entera se detiene, aunque sea por un instante, frente a la cruz y frente a la tumba vacía.