Para muchos consumidores, "Hileret" les resulta una palabra familiar. La primera asociación, seguramente, sea la marca de endulzantes que pertenece a la nacional La Cumbre San Luis y compite contra Merisant, dueña de Chuker y Equal Sweet.
No obstante, en Tucumán la historia detrás de este nombre tiene otro significado y remite a un empresario con una historia más que curiosa.
En 1870, a los 20 años, Clodomiro Hileret llega a territorio tucumano proveniente desde Francia. Como muchos inmigrantes, su deseo era "hacer la América" y convertirse en alguien importante. Por su origen europeo, pronto logra entablar lazos con la elite de Tucumán y conectarse con la gente indicada. Así logra que lo nombren como propietario del ingenio azucarero Lunes.
Esa fue la primera experiencia del francés Hileret. Con el paso del tiempo fue ganando sabiduría para el mundo de los negocios y se transformó en una personalidad de la zona. Lo describen como alguien ostentoso, minucioso y con una gran capacidad para los negocios, según publica El Cronista.
En 1889 el empresario le compra un terreno a Belisario López y Lidoro Quintero. Ahí ellos habían armado una pequeña fábrica de azúcar cerca de sus plantaciones de caña. En cambio, Hileret arma un gran ingenio.
Pero no cualquier ingenio, sino el más grande de la región: el ingenio Santa Ana.
La historia dulce de Santa Ana, localidad de Río Chico, comienza en 1870 cuando sus antiguos propietarios Belisario López y Lídoro Quinteros, instalaron una rudimentaria fábrica de azúcar donde procesaban la cosecha de seis cuadras de caña que tenían plantadas. Los resultados obtenidos hicieron ver a Hileret, un francés con espíritu empresario, el posible éxito de una fábrica de azúcar con instalaciones apropiadas.
Así, adquirió en propiedad estas tierras y fundó en 1889 el Ingenio Santa Ana. La fábrica trajo el despertar de la economía agrícola e industrial en la zona y creció hasta ser la mayor en Tucumán en 1895. Al morir Clodomiro Hileret en 1903 se transformó en Ingenio y Refinería Santa Ana, Hileret y Compañía Sociedad Limitada.
Sin embargo, existe un mito que rodea el éxito del emprendimiento del ingenio Santa Ana, que involucra a una despiadada bestia y al mismísimo diablo.
Según relato el ya fallecido historiador Eduardo Rosenzvaig, en diálogo con el sitio Producción Agroindustrial del NOA, se decía que, como condición para que el ingenio funcionara bien, Hileret había hecho un acuerdo con este demonio. A cambio, debía entregar a un peón por zafra del cual se encargaría "el familiar", una bestia similar a un perro de color negro y ojos rojos.
"El familiar" se presenta como un perro negro muchas veces sin cabeza. Un animal grande que arrastra largas cadenas y que duerme en lugares oscuros: sótanos, calderas siempre cercanos al patrón. Sus ojos tienen una mirada penetrante de felino que domina la oscuridad.
El eje del mito es que el patrón del ingenio hace un pacto con el Diablo para ganar más dinero, a cambio no entrega su alma sino que se compromete a alimentar al hambriento monstruo con obreros rebeldes. La alianza indicaba que cuanto mejor alimentado estuviera El Familiar mayor sería la riqueza del dueño del ingenio.
Hileret falleció joven en 1903 durante un viaje a Francia. Sus tres hijos Edmundo, René y María Luisa se hicieron cargo de la empresa, no obstante los números en caída. Malos manejos, falta de inversión y las crisis de la industria azucarera llevaron al ingenio a la quiebra.
La firma pasó a manos del Banco Nación, se principal acreedor, que se lo arrendó a un empresario polaco y en los 40 volvió a administrarlo. Finalmente, en agosto de 1966, se ordenó su cierre definitivo.
LA MARCA HOYHileret es una marca que nació hace 100 años y se volvió conocida por sus endulzantes. En marzo de 2006 fue adquirida por el fondo de inversión Talentum, conformado por varios exconsultores de McKinsey.
Actualmente está en manos de La Cumbre San Luis, que cuenta con oficinas en CABA, GBA y su planta de producción en territorio puntano. Además de Hileret maneja las marcas Tibaldi y Barny.